Obras de Quevedo ...

OBRAS EN PROSA 




 Quevedo escribió las páginas burlescas y satíricas más brillantes y populares de la literatura española y  también una obra lírica de gran intensidad y unos textos morales y políticos de gran profundidad intelectual. Esta fusión o doble visión del mundo es lo que le hace el gran representante del barroco español.
Unas de sus obras fueron satíricas y burlescas. La vida del Buscón llamado don Pablos (c. 1603, impresa sin autorización del autor en 1626) es una novela picaresca dentro de las características del género; pero su originalidad reside en la visión vitriólica que ofrece sobre su sociedad, en una actitud tan crítica que no puede entenderse como realista sino como una reflexión amarga sobre el mundo y como un desafío estilístico sobre las posibilidades del género y del idioma.
Francisco de Quevedo y Villegas. Los Sueños (1605-1622) son cinco piezas cortas conceptistas, producto de los desengaños que padeció durante ese periodo, en las que viene a decir que no hay nobleza ni verdad en el mundo sino que todo es horror y fealdad. Estas obras circularon manuscritas hasta que un editor las reunió en 1626, aunque Quevedo las publicó en 1631 con el título de Juguetes de la niñez y travesuras del ingenio con un prólogo en el que arremetía contra los editores piratas y declaraba la intención de estos escritos: denunciar los «abusos, vicios y engaños de todos los oficios y estados del mundo». El desenfado de la prosa de Quevedo llega a su extremo burlón y desopilante en textos como La culta latiniparla, donde arremete contra la tendencia al eufemismo y a valerse de expresiones rebuscadas para aparentar riqueza de vocabulario («calendas purpúreas» para referirse a la menstruación, por ejemplo), o Gracias y desgracias del ojo del culo.
Una faceta de Quevedo, muy valorada por la crítica actual, son sus obras morales y políticas de hondo contenido estoico y raíces del filósofo hispanorromano Séneca, como Política de Dios, gobierno de Cristo, tiranía de Satanás (1626) en la que traza la imagen ideal del gobernante siguiendo los Evangelios, y Marco Bruto (1646) una glosa sentenciosa de obras de Plutarco, para mostrar «los premios y los castigos que la liviandad del pueblo dio a un buen tirano -Julio César- y a un mal leal -Bruto-». En ella, aunque pretende ser un tratado general, hace un retrato de los problemas de la España de su tiempo.





OBRA POÉTICA

Como la obra de  Quevedo resultaba  variada y compleja, su poesía lo será  aún más.
Francisco de Quevedo y Villegas. Se conserva casi un millar de poemas pero, sabiendo que nunca se preocupó por editarlos y que los conservados proceden de personas próximas a él, es de suponer que escribió muchos más. Después de su muerte se han publicado en dos volúmenes Parnaso español (1648), compilado por su amigo José Antonio González de Salas, y Las tres musas (1670), llevado a cabo por su sobrino Pedro Aldrete Quevedo y Villegas, ambas ediciones en la actualidad han sido revisadas especialmente por José Manuel Blecua, pero aún las composiciones son difíciles de fechar. Forman un conjunto monumental de poesía metafísica, amorosa, satírica, religiosa y moral. Es una poesía tanto ligera y de corte popular como seria y profunda, generalmente de estilo conceptista, que exige esfuerzo y agilidad mental por parte del lector para captar todos los recursos que proporcionan las figuras retóricas. Resulta inevitable comparar su estilo conciso y severo con la luminosidad brillante de su antagonista, el culterano Luis de Góngora, el otro gran poeta barroco español.
Sus primeros poemas -al igual que su prosa- fueron letrillas burlescas y satíricas como «Poderoso caballero /es don Dinero», pero este género siguió cultivándolo con gran brillantez durante toda su vida, y es el Quevedo más conocido y popular. Criticó con mordacidad atroz los vicios, locuras y debilidades de la humanidad y zahirió de una manera cruel a sus enemigos, como en el conocido soneto, paradigma conceptista, «Érase un hombre a una nariz pegado». En su poesía amorosa, de corte petrarquista, destacable por la hondura del sentimiento, Quevedo vio una posibilidad de explorar el amor como lo que da sentido a la vida y al mundo. Ejemplo de ello es el soneto «Cerrar podrá mis ojos la postrera», en el cual se manifiesta que la muerte no destruirá el amor, que seguirá vivo en el amante, como resulta evidente en los versos del último terceto:
Francisco de Quevedo y Villegas.
Su cuerpo dejara, no sin cuidado
Serán ceniza, mas tendrán sentido
Polvo serán, mas polvo enamorado

El tema de la muerte y de la brevedad de la vida son una constante en su poesía metafísica, en la que de nuevo asoma la actitud estoica para aceptar la angustia que provoca el Tiempo, que todo lo destruye, pues vida y muerte se confunden:

Ayer se fue, mañana no ha llegado
hoy se está yendo sin parar un punto.
Soy un fue y un será y un es cansado.

En Quevedo subyacen dos extremos, el moralista estoico y preocupado por la decadencia nacional y el satírico burlón vitalista que incluso recurre a la procacidad, al lenguaje jergal y grotesco. La coexistencia de estos dos extremos reafirma no sólo la riqueza literaria de Quevedo sino la de un periodo, el del barroco, que redescubre la posibilidad de los múltiples puntos de vista. Humor y escepticismo son, al fin y al cabo, dos formas complementarias del pesimismo y de la conciencia de la vanidad de las cosas del mundo, sometido a crisis periódicas y al demoledor paso del tiempo. Es ese humor, entendido como una clave del pensamiento moderno según Arnold Hauser, el que explica también la ridiculez trágica del caballero andante en Miguel de Cervantes Saavedra.




Ejemplos de Obras 


·  Sonetos De Amor y De Muerte
·  Antología poética comentada de Quevedo
·  Defensa De Epicuro Contra La Común Opinión
·  Discurso De Las Privanzas
·  El Discurso De Todos Los Santos
·  Execración Contra Los Judíos
·  El Heraclito Cristiano
·  Las Tres Musas Ultimas Castellanas
·  Política De Dios y Gobierno De Cristo, Sacada De La Sagrada Escritura
·  Carta al Serenissimo, Muy Alto, y Muy Poderoso Luis XIII, Rey
·  Versos De Burlas
·  Vida del Buscón
·  Discurso De Las Privanzas